jueves, 31 de julio de 2014

...Y de mis picaras torpezas, las sonrisas y los rubores... esos que engalanan el oscuro paisaje de quien se raspo las rodillas aventurándose a atreverse a algo nuevo, a algo más…. 

De un hola tan simple, quedaron imaginaciones tan profundas y complejas de lo que no fue y lo que hubiera sido…
De raspones en las rodillas y rubores picaros de una torpeza casi infantil que se arropa con la adultez, pero que solo un niño a tierna edad entendería, pues ninguna aventura se compara vida mía al valor de la niñez… 
De esos fugaces encantos del niño que paso y con su rastro me encandilo aquella vez, solo queda un merequetengue de momentos infrecuentes de una respuesta que susurra el ambiente y solo una parte espera tal vez.
 Pero, si algo tengo por seguro, es que no hay arrepentimiento alguno de las picaras torpezas, las sonrisas y los rubores que aún se posan sobre la mesa de esta muchacha inquieta que tiene ante usted...